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31 may 2021

Mi viejo

Texto de Ernesto Pino

       A todos los padres. A los de arriba, los celestes, que seguirán siendo niños guardando estrellas en los bolsillos como bolas de cristal; y a los de abajo, aun terrestres, afanados bajo la lluvia para llegar a casa y abrazar a sus hijos y a su mujer.

       El sacerdote Alejandro Mayol, escuchó a un joven seminarista cantando música italiana. Sorprendido y emocionado grabó varias canciones que luego envió al canal 9 de la televisión argentina: el chico se llamaba Piero Antonio Franco de Benedictis, quien después seria conocido mundialmente como Piero.

           Hay un dicho en América Latina, atribuido a los escritores mejicanos Carlos Fuentes y Octavio Paz, que dice: “los mexicanos descienden de los aztecas, los peruanos de los incas, y los argentinos de los barcos”; como una respuesta irónica a lo que el escritor argentino Jorge Luis Borges, habría dicho alguna vez, que “los argentinos son europeos que nacieron en el exilio”. Sin discutir el enorme y fino sarcasmo sobre nuestra descendencia latina; lo que si es verdad es que, con solo tres años de edad, en 1948, un niño italiano se bajó de un barco en Buenos Aires, proveniente de un pueblo italiano llamado Galípoli: era Piero, con su madre y hermana que venían en busca de su padre, un radiotécnico italiano que hizo parte de la diáspora de europeos que llegaron a América buscando mejor suerte, después de la crisis que había dejado la segunda guerra mundial.

       Ya en la Argentina, su nueva patria y con la bendición de una familia unida, Piero se acostumbró a la rutina de un hogar donde se escuchaba música a toda hora, como parte del oficio de su padre que arreglaba radios y vendía discos. Igual, su niñez y primeros años de adolescente trascurrían entre juegos y deberes y siempre con la emoción de haber sido escogido como la mascota de su amado equipo de futbol, el club Banfield, popularmente conocido como “el taladro”. El mismo equipo modesto, que en el año 1951 perdió en una final con Racing Club, pero que contó con el apoyo de la primera dama, Evita Perón, la madre de los “descamisados” y la mujer mas poderosa de la Argentina de esa época.

        Pero su inercia de adolescente tranquilo se rompió en algún momento, cuando acarició la idea de ser sacerdote y por esa vía algún día realizar su sueño de conocer Buenos Aires; así empezó una corta vida de seminarista, primero en el seminario de Viedma y después en el seminario de Villa Devoto en Buenos Aires, y que terminó tan pronto se dio cuenta que tenia que acatar el celibato durante el resto de su vida y de que un amante de la naturaleza y los animales no podía estar encerrado entre cuatro paredes. En su estadía en Villa Devoto, tuvo la fortuna de conocer a dos sacerdotes que de alguna manera le señalaron el rumbo de su vida artística: los clérigos, Alejandro Mayol y Carlos Mugica; seguidores de las enseñanzas del Papa Juan XXIII y del movimiento religioso suramericano, llamado la Teología de la Liberación. Mayol, sacerdote y músico, fue definitivo en su formación como aprendiz de la guitarra y en compenetración con el arte y especialmente la poesía. Mayol era el mismo coautor de la “misa criolla”, con el pianista argentino Ariel Ramírez, también compositor de la dramática canción “Alfonsina y el mar”. Fue así como nació un grupo de música, inexperto pero impetuoso, llamado “Los ponchos negros”, que suponían la unión de seis seminaristas con sotanas oscuras, cantando el folclor argentino de grupos clásicos como “Los Chalchaleros” y “Los Fronterizos”. Previo a su retiro del seminario, Piero y sus compañeros y a pedido de los mismos sacerdotes, grabaron una cinta con canciones italianas y españolas; lo cual permitió que el padre Mugica, recomendara a Piero a una empresa disquera. Piero, incesantemente recordaría, que no era un sueño, cuando en el viaje de Italia a la Argentina y en el barco que lo trajo, se había escapado del cuidado de su madre y subido en una banca, le había cantado a varios marineros, que complacidos lo llenaron de dulces y le resaltaron a su mamá Ornella, el gran talento de su hijo.

  Y Piero llega a ser un artista autentico, a pesar de sus dudas internas. Con solo 16 años, entró suavemente al canal 9 de la televisión argentina, pero con las dudas y el miedo de no saberse artista. La primera vez que se presentó en un club privado de la capital, ante mas de mil personas, estaba tan nervioso e inseguro que así le habló al público:

  “- ¿Ustedes vienen a verme a mi? ¿No tenían mejor cosa que hacer? La gente reía encantada y Piero lloraba consternado.” (Ver “Piero, mi querido Piero”. Maureen Maya. 2017).

   Ya Piero empezaba a aparecer en los carteles en letra grande, cuando hasta hace muy poco salía en letras muy pequeñas, detrás de los grandes artistas del momento como Leo Dan y Palito Ortega. Pero no era suficiente, Piero quería ser cantautor y tener un sello propio, un distintivo con canciones que hablaran del amor real, callejero, de los dramas de la gente común, de poesías simples pero que le llegaran al corazón de los jóvenes. Piero quería desmarcarse de la onda musical baladista del momento. Piero reconocía emocionado las nuevas corrientes del pensamiento y de la música en los años sesenta, como la irrupción refrescante de Violeta Parra, de Facundo Cabral, de Alberto Cortez y de los cantautores europeos como Jaques Brel, George Brasens, Doménico Modugno y Joan Manuel Serrat. Eso lo llevó, a un retiro temporal de la farándula y así poder concentrarse en el estudio de la música y en la lectura de los clásicos y de los autores contemporáneos argentinos como Cortázar, Sábato, Bioy Casares y Borges. Ahí, en la complejidad de su afán y su disciplina, llegaría pronto, una canción que se convertiría en un himno universal de homenaje al padre: “Mi viejo”.

    La vida musical de Piero, tuvo varios capítulos todos signados por las dificultades resultantes del momento histórico que le tocó vivir en su país adoptivo Argentina, vapuleado por las crisis políticas y la presencia casi permanente de los golpes de estado y la mano implacable de las dictaduras. El primer capitulo, fue en efecto el inicio de su carrera artística con canciones diferentes a la balada tradicional, pero siempre con letras de cantos a la vida, como Mi Viejo, Si vos te vas, Juan Boliche, Llegando llegaste, Tengo la piel cansada de la tarde, Yo vengo, Como decirte ahora, Pedro nadie, etc. En este espacio, Piero se convirtió en cantautor reconocido en América Latina y cumplió su deseo de interpretar canciones diferentes. Pero llegó otro capitulo en su vida cuando a partir de 1976 y hasta 1983, se instauró la sanguinaria dictadura de los militares Videla, Massera y Agosti. Fue una época represiva y dolorosa para buena parte de la población argentina, que ya sabia la funesta impronta de los militares en el poder y que en esta ocasión correspondía a la nueva política de seguridad dirigida por el gobierno de los Estados Unidos en el contexto de la política económica mundial del nuevo liberalismo. Ya para esa época, Piero había mostrado una línea de canciones rebeldes y que fueron estigmatizadas como canciones de protesta: “la del televisor”, critica mordaz a la sociedad de consumo; “Las cosas que pasan”, “Coplas de mi país” como sátiras a la desventura de la gente y a la indolencia de las autoridades; “Los americanos” (canción del cantautor argentino Alberto Cortez, sin censura en EEUU, pero prohibida en todos los países con dictaduras como Argentina, Brasil, Chile y Uruguay), una muestra irónica y simpática del devenir de los norteamericanos en el mundo. Y para aumentar la ira de los militares y la condescendencia de muchos ciudadanos, Piero lanzó las canciones “Que se vayan ellos” y "Para el pueblo lo que es del pueblo", como una clara alusión al trio de dictadores: Libertad era un asunto/ mal manejado por tres/ libertad era almirante/ general o brigadier/ Para el pueblo lo que es del pueblo/ Porque el pueblo se lo ganó…

     Para los militares, estas canciones eran armas subversivas y tenían que ser perseguidas y eliminadas. Piero fue acosado, vigilado y su residencia esculcada. Fue victima de la persecución de los famosos Ford Falcon, sin placas y con policías encubiertos. Las matrices de todos sus discos fueron destruidas y por fortuna y bajo el cuidado de su hermana Gabriela y sus amigos artistas, logro huir a Panamá y luego a Italia y España: el General Omar Torrijos, presidente de Panamá, lo acogió por un tiempo. De la destrucción musical, ni siquiera se lograron salvar dos trabajos artísticos que no reflejaban ningún motivo de alarma para la dictadura, se trataba de "Folclore a mi manera" y La “Sinfonía Inconclusa en la Mar”; este ultimo un cancionero infantil, en coautoría con el padre Alejandro Mayol, y que se convertiría en el álbum mas vendido de su producción musical.

     Piero tuvo la fortuna del artista en el momento indicado, al encontrarse en sus comienzos con el poeta José Tcherkaski, quien trabajaba como periodista y entrevistador de grandes personalidades del arte y la cultura; además de haber incursionado en la producción de textos para canciones. Ambos personajes estaban unidos bajo el concepto de crear una música nueva que tenia raíces combinadas del folclor y de la música ciudadana que emergía en la época con sonidos urbanos como la balada y el rock. La idea era aprovechar todos los matices de la cultura argentina y tratar de hacer poemas musicales que reconocieran la filosofía popular del diario vivir y que trascendieran las canciones de moda que se oían a toda hora con estribillos de amor intrascendentes y repetidos. Querían tener una nueva identidad, querían tener su propio brillo de cantautores con un mensaje diferente que emocionara a la juventud.

Así nació “Mi viejo”.

   Entre todos los temas que estaban estudiando, trabajaban con la ansiedad de hacerle un homenaje al padre. José Tscherkaski, en 1965 había publicado un libro de poemas llamado “Las cosas de Buenos Aires”, que casualmente incluía un poema llamado “Ambulante” en honor a su padre, un inmigrante ruso que en efecto, era un vendedor ambulante de prendas del hogar. Con base en el mismo, José reescribió el poema y lo llamó “Mi viejo”; era un poema diferente que reflejaba la existencia del padre en un hogar, el personaje que protege a los hijos y que con el tiempo empieza a disminuir la energía y a crecer en sabiduría, el que tiene una historia grabada en los huesos y en la sangre, aquel que mirando el atardecer sabe lo que llegara mañana. O como dice el mismo Piero, “un papá, es como un superhéroe, pues cuando estás chico, el te tira por el aire y te ataja y no piensas un segundo que te podés golpear, el tipo es garantía total”. O como diría el actor y dramaturgo británico, Peter Ustinov: “Los padres son los huesos con los que los hijos afilan sus dientes.” … en fin.  Luego Piero le puso música y salió la canción que todos conocemos.

   El momento de la creación del tema fue luminoso y conmovedor, pues Piero deslumbrado por lo que estaba escrito en un papel, voló a su casa, llamó a su padre Pascualino (“Lino”), cerró con llave, desconectó el teléfono, sacó la guitarra, sacó la partitura que todavía no memorizaba y miren lo que pasó, según el artista:

    -Pa’ escuchá esta canción, le dijo emocionado mientras acomodaba la guitarra y extendía el papel sobre la mesa. Cuando levanté la mirada, me di cuenta que mi viejo estaba con un pañuelo secándose algunas lagrimas, nunca lo había visto así. Sin detenerme, pero ciertamente emocionado, seguí cantando, sintiendo que un nudo me aprisionaba la garganta; y cuando terminé, apoyé los brazos sobre la guitarra y los dos en el mismo instante, nos soltamos a llorar.  Permanecimos un largo, un larguísimo momento quietos, en silencio, una eternidad. Ninguno se movía de la silla, ni siquiera nos atrevíamos a levantar la mirada. Yo pensaba para mi, no voy a decir nada hasta que el diga algo. Entonces, mi viejo se recompuso, se limpió la cara, se incorporó en la silla y me miró fijamente a los ojos.

-Ma, ¿Quién camina lerdo?....¡la puta que te parió!, exclamó exaltado.

    Estallé en risa. Mi viejo tenia razón, en ese momento apenas superaba los 40 abriles, yo veinticuatro años, pero en realidad no era una canción específicamente dirigida a él; se trataba de un homenaje a todos los padres del mundo, al viejo institución. Mi viejo tenia una fuerza innata. No tenia convicciones políticas ni religiosas muy arraigadas ni era dogmático, pero lo que si tenia, era una alegría natural para vivir la vida, y su filosofía era agradecer siempre por cada día. Tal vez por eso me puteó cuando escuchó la canción, nunca quiso sentirse viejo. (Ver “Piero, mi querido Piero”. Maureen Maya. 2017). Don Lino en ese momento tenia 48 años.

   A José Tscherkaski, el autor de la letra, le pasó algo similar, cuando se conoció la canción: “Mi madre, que no creía mucho en los dones que yo tenía, un mediodía me dijo: “Nene, andá a la comisaría y decí la verdad porque con esto vas a ir preso”. Pensaba que había cameleado que no la había escrito yo, y ella queriendo cuidar mi libertad, me aconsejó que fuera a la Policía. (Entrevista a José Tcherkaski, por Graciana Petrone.Elciudadanoweb.com, diciembre 2013).

    En realidad, la inspiración de la letra correspondió al padre de José y no al de Piero. El mismo José dice que “Mi viejo” no es de él ni de Piero, es de la gente que se la apropió. Incluso, una amiga de José, alguna vez le dijo, que nunca volvería a hacer algo mejor, que estaba marcado por ese poema-canción. En 2013, José sacó su ultimo libro llamado “Palabra ínfima”, titulo que corresponde no al padre sino a su hija Sol, una niña discapacitada, que no habla y no hace nada, sólo mira: “Una tarde estaba conmigo en mi lugar de laburo y me di cuenta que ella no necesitaba de ninguna palabra ni de ningún gesto para hacerse entender. Ahí entendí que la palabra era absolutamente secundaria”. (ibíd.).

     Piero, ha ganado muchos premios y ha tenido una presencia fulgurante en muchos países del mundo, tiene canciones de mucho impacto musical, pero tal vez para siempre quedó patentado con “Mi viejo”. La canción ha tenido múltiples versiones y ha sido cantada por grandes artistas; pero la mayor satisfacción de los autores, se dio cuando participaron en el V Festival de Rio de Janeiro en 1970. Un gran reto, frente a la competencia de 36 países, con cantantes reconocidos con orquestas y con delegaciones abrumadoras y mucho marketing; y sobre todo frente a la bronca que en ese momento existía en Brasil contra los argentinos. Piero salió muy nervioso al escenario a cantar “Mi viejo”, pero fuera de concurso, porque la canción no era inédita. Lo chiflaron, lo insultaron, lo silbaron…entonces Piero empezó a cantar “es un buen tipo mi viejo..”, la gente hizo ufff y al final se sintió una ovación estremecedora del publico como pidiendo perdón por los agravios. Ellos concursaron con la canción “Pedro nadie”, que a la postre fue la ganadora del festival contra todo pronostico (Piero, una guitarra y dos violines) y que generó un sonado escandalo porque los organizadores querían quitarle un verso a la canción que el régimen dictatorial brasilero no aceptaba (“soy campesino de campo ajeno”, como lo diría el inspirador de la canción, un campesino argentino llamado Pedro Ramos), además de haber expulsado del evento a los tres grandes cantantes de Brasil, Chico Buarque, Caetano Veloso y Gilberto Gil.

    Posteriormente, Piero y José, emulando a “Mi viejo”, quisieron hacerle un homenaje a la madre y crearon la canción “La gringa”, suigeneris de las madres que eran de otro país y que así las llamaban en Argentina, como en efecto eran las madres de Piero y de José. “La gringa” una canción profunda pero triste: Llegaste a mi ciudad/ viniendo de otra orilla/ vos eras de otras tierras/ y te llamaron gringa/…gringa, gringa, gringa mamá...

     Piero, en su larga carrera artística no ha dejado de cantar, pero por su formación humanística y cristiana, ha dedicado mas tiempo al desarrollo de proyectos sociales, especialmente en Argentina y en Colombia; país que en el año 1996 le obsequió la ciudadanía colombiana: iba a ser distinguido con esta nacionalidad el día 2 de diciembre de 1992, precisamente el mismo día que fue dado de baja el narcotraficante Pablo Escobar y el acto se aplazó. 

   Especialmente en las ultimas décadas, y con la ayuda de otros artistas como León Gieco y Víctor Heredia, Piero ha utilizado su trabajo musical para recaudar fondos con fines solidarios en Argentina y en varios países de América Latina. A través de su Fundación Buenas Ondas, ha desarrollado proyectos sociales como son la construcción de guarderías y la capacitación de jóvenes marginados en granjas educativas donde aprenden agricultura orgánica.

PD: Activa el link de arriba, con la versión original de la canción Mi Viejo, interpretada por Piero.

MI VEJO

Letra: José Tscherkaski

Música: Piero

Es un buen tipo mi viejo

que anda solo y esperando,

tiene la tristeza larga

de tanto venir andando.

 

Yo lo miro desde lejos,

pero somos tan distintos;

es que creció con el siglo

con tranvía y vino tinto.

 

Viejo mi querido viejo

ahora ya camina lerdo;

como perdonando el viento

yo soy tu sangre mi viejo

soy tu silencio y tu tiempo.

 

El tiene los ojos buenos

y una figura pesada;

la edad se le vino encima

sin carnaval ni comparsa.

 

Yo tengo los años nuevos

y el hombre los años viejos;

el dolor lo lleva adentro

y tiene historia sin tiempo.

 

Viejo mi querido viejo,

ahora ya camina lerdo

como perdonando el viento;

yo soy tu sangre mi viejo.

 soy tu silencio y tu tiempo.

yo soy tu sangre mi viejo.

Yo... soy tu silencio y tu tiempo.

yo soy tu sangre mi viejo.