Crónicas musicales… crónicas sobre canciones
populares muy reconocidas en el mundo.
Por: Ernesto Pino
Dedico esta crónica a la memoria de los
familiares y amigos íntimos que se fueron mucho más allá del sur y nos dejaron
miles de recuerdos clavados en el alma.
Mil veces emocionado por la gran acogida del
tango Sur, Aníbal Troilo “Pichuco” (Director de orquesta y autor de la música),
abrazó a Homero y le susurró “ya es hora de tu libro de poemas” a lo
cual Manzi le respondió: “prefiero que la
gente me cante y me silbe a que me lea”.
Normalmente cuando una canción tiene éxito, no
es el autor de la letra, es el cantante quien se lleva todos los aplausos y el
reconocimiento permanente. Con este tango sucedió lo contrario: los argentinos
mayores le reconocen a Manzi, esta letanía sobre el recuerdo del antiguo Buenos
Aires porque es una nostalgia clásica de aquellas cosas que se van quedando en
la neblina del tiempo y que implacablemente guarda la memoria para las nuevas
generaciones. El tango Sur es Manzi en la historia musical de Argentina.
Es tal la trascendencia de la canción, que el
gran escritor Ernesto Sábato le confesó al pianista Héctor Stamponi (autor del
tango "El último café") que
hubiese dado varias páginas de sus libros a cambio de haber escrito un tango
como Sur.
Uno de los pocos autores de letras de tango,
que tuvo una vida singular como poeta, político, periodista, guionista y
director de cine argentino, fue el gran Homero Manzi. Hasta su final sin
cumplir los 44 años, conmovió el gran escenario tanguistico de su época. Suyas
son, entre otras, las canciones “Ninguna”,
“Fuimos”, “Milonga Sentimental”, “Malena”,
“El ultimo organito”. El popular “barbeta” (seudonimo), cuyo nombre
completo es Homero Nicolás Manzione, se despidió a lo grande con la letra de Sur a la cual musicalizó Aníbal Troilo.
Este tango conmovedor como todas las despedidas es una perfecta evocación de
los pasos del autor por el gran Buenos Aires.
Dice Don José Gobelo de Sur: “Es una elegía; es decir, una composición en
la que se lamenta un acontecimiento desgraciado. En este caso, el
acontecimiento desgraciado es el paso del tiempo, que a unos nos pinta de canas
y a otros les lleva el pelo. El tiempo pasa, las cosas cambian y, como la
memoria tiene finos tamices que sólo dejan pasar las cosas gratas, uno recuerda
lo bueno del tiempo viejo, sólo lo bueno, y llora porque el pasado pasó. Pero,
si el pasado no hubiera pasado, si sólo fuera presente, lo mismo lloraría uno
por otro pasado anterior”.
Cuenta Francisco García Jiménez (compositor e
historiador del tango) que la desaparición de Manzi “no fue una muerte sin remedio, porque él se ha salvado del olvido...”.
Antes por el contrario tanto Manzi como este himno de la nostalgia que se llama
Sur siempre despertará el instinto y
la veneración profunda de los nuevos artistas, como en una ocasión le paso al
cantautor español Joan Manuel Serrat: fue comenzando la década del 70 cuando un
jovencísimo Joan Manuel Serrat empezó a pensar en la Argentina como su segunda
casa. El bautismo se lo dio nada menos que Aníbal Troilo quien desde el
escenario de Caño 14 lo invitó a compartir un tango. Juntos cantaron Sur.
Años más tarde, el propio Serrat lo contaría
así: "Son esas cosas que uno se
lleva puestas al otro mundo. Sueños del pibe realizados. Yo estaba allí, en
Caño 14, con un grupo de amigos, cuando Troilo me invitó a cantar con él.
Habíamos llegado muy tarde, éramos pocos en el local y estoy seguro de que
todos querían subir”. Pero Pichuco eligió al vocalista. Me dijo: "Subí, gaita".
Así fue como el tango entró en el sentimiento
de Serrat y ya nunca más se marchó.
Una historia más donde el tango Sur tiene su protagonismo, aparentemente
sucedió con este hecho surrealista: cuenta Máximo Gris en su página (www.Maximogris.net)
hablando de un ejemplo de lo que significa el valor de la solidaridad, que a la
muerte de Homero Manzi, todos extrañaron la ausencia manifiesta de Aníbal
Troilo Pichuco en el velorio del poeta. Sin embargo, al amanecer y cuando la
sala de velación estaba casi sola de gente, se apareció Pichuco con la
partitura de Responso, todavía fresca la tinta y abriendo la urna la depositó
en las manos inertes del amigo. Unos años más tarde, Pichuco muere y su
despedida final se realiza con los acordes de Sur. A propósito de Responso,
se dice que esta bella pieza instrumental, de las más queridas del autor, a
Pichuco no le gustaba tocarla porque sufría al hacerlo (en YouTube, es posible
escuchar una excelente interpretación del grupo Quatrotango).
En nuestro suelo, la figura de Homero Manzi
junto con Gardel se ha convertido en una expresión real de la devoción de los
antioqueños por el tango, hasta el punto que en Medellín se fundó la Casa
Cultural del tango Homero Manzi, “dedicada
a recrear la cultura tanguera con cuadros de los protagonistas de la historia
del movimiento musical, poemas de Homero Manzi escritos en las paredes, música
de la más alta exquisitez y una rocola vibrante de melodías”.

Menos mal que encima de este escudo de
nostalgia honrosa todavía queda el presente lleno de luz y de cometas y aparece
de nuevo el cofre mágico lleno de recuerdos, que nos hacen feliz el momentico
cuando lo abrimos y sale un héroe o una heroína que compartió con nosotros el
tiempo y una sonrisa maravillosa por el triunfo o un abrazo de condolencia tristona
por lo que se perdió. Pero siempre ahí estará la esperanza de que algún día el
mundo sea mejor.
Y ahí estará siempre esta versión maravillosa
que canta Edmundo Rivero, y para los más jóvenes les recomiendo escuchar la
versión de Andrés Calamaro, con su toque argentino y un aire de nueva
canción.
SUR
Letra de Homero Manzi (1 de noviembre de 1907-
3 de mayo de 1951)
Música de Aníbal Troilo
Compuesto en 1948.
San Juan y Boedo antiguo y todo el cielo,
Pompeya y más allá, la inundación,
tu melena de novia en el recuerdo,
y tu nombre flotando en el adiós...
La esquina del herrero barro y pampa,
tu casa, tu vereda y el zanjón
y un perfume de yuyos y de alfalfa
que me llena de nuevo el corazón.
Sur... paredón y después...
Sur... una luz de almacén...
Ya nunca me veras como me vieras,
recostado en la vidriera
y esperándote,
ya nunca alumbrare con las estrellas
nuestra marcha sin querellas
por las noches de Pompeya.
Las calles y las lunas suburbanas
y mi amor en tu ventana
todo ha muerto, ya lo sé.
San Juan y Boedo antiguo, cielo perdido,
Pompeya y al llegar al terraplén,
tus veinte años temblando de cariño
bajo el beso que entonces te robe.
Nostalgia de los años que han pasado,
arena que la vida se llevó,
pesadumbre del barrio que ha cambiado
y amargura del sueño que murió.
Sur... paredón y después...
Sur... una luz de almacén...
Ya nunca me veras como me vieras,
recostado en la vidriera
y esperándote,
ya nunca alumbrare con las estrellas
nuestra marcha sin querellas
por las noches de Pompeya.
Las calles y las lunas suburbanas
y mi amor en tu ventana
todo ha muerto, ya lo sé.