Crónicas musicales… crónicas sobre canciones populares muy reconocidas en el mundo.
Por: Ernesto Pino
Desde pequeño y cuando empezó a leer la biblia
como uno de los pocos libros que existían en su casa, Juancho Polo Valencia el
creador de “Alicia adorada”, nunca se imaginó que allí encontraría parte de su
inspiración poética y muchas palabras que genialmente mezclaba cuando con el
acordeón “terciao” hacia piquería* en las parrandas.
*Piquería: duelo de versos al son del acordeón.
Posiblemente el nombre más famoso de Alicia, es
la protagonista de la histórica novela del escritor británico Lewis Carroll, publicada
en 1885: Alicia en el país de las
maravillas; que cuenta la historia
de una niña llamada Alicia quien cae por un agujero y descubre un mundo
peculiar, poblado por humanos y criaturas antropomórficas. En Colombia, este
nombre se hizo famoso cuando el cantautor Alejo Duran en el año 1968 se
convirtió en el primer rey vallenato, cantando sus canciones y especialmente
una, llamada Alicia adorada. Triunfo apoteósico y de allí en adelante su
melodía se expandió como una plaga en todas las emisoras del país.
Posteriormente se conoció que esta Alicia de la canción también tenía una
historia no fantástica como la de Carroll sino al contrario era la síntesis
melódica de una gran tragedia: como la Alicia literaria, la Alicia colombiana
también cayó en el agujero de una vida oscura y desesperanzada que la llevó a la fama sin darse cuenta.
El verdadero compositor de la canción era un
músico autodidacta y juglar llamado Juancho Polo Valencia y no Alejo Duran como
se creyó inicialmente cuando este la cantó en la tarima del Festival Vallenato
en Valledupar.
Juancho Polo Valencia, realmente se llamaba
Juan Manuel Polo Cervantes, pero en su afán musical de reconocimiento y
pensando en su despliegue por toda la costa norte desde Magdalena hasta la
Guajira, convirtió su nombre en Juancho Polo Valencia. El Valencia lo adoptó en
un arranque costeño de admiración por el político y poeta caucano Guillermo Valencia (El Maestro
Valencia como lo conocían en el ambiente literario). Juancho Polo, parece que
desde muy niño recitaba algunos versos de Anarkos, uno de los poemas más
conocidos de Valencia (El minero
jadeante/ mira saltar la chispa de diamante/ que años después envidiará su
hija/ cuando triste y hambrienta y haraposa/ la mejilla más blanca que una
rosa/ blanca, y el ojo con azul ojera/ se pare a remirarla, codiciosa/ al
través de una diáfana vidriera…). Al poeta, entre otras le tocó la época
como político cuando los jerarcas eclesiásticos prácticamente escogían los
presidentes (el arzobispo Bernardo Herrera y su sucesor, monseñor Ismael
Perdomo).
Valencia como finalmente lo apodaron amigos y
conocidos nació para ser juglar y desde muy pequeño empezó a tocar el acordeón
en esa geografía costeña muy prolífica para la canción picaresca en donde los
músicos parranderos tenían una cualidad innata de comunicar las noticias, ya
fueran buenas o malas y lo hacían a través de todas las vertientes del
vallenato como son el paseo, la puya, el son , el merengue y una que le dio
fama y era la disculpa de los lugareños para armar una parranda: la piquería.
Este ritmo fue el que hizo muy conocido a un chico desarrapado, bebedor,
andariego y enamorado: un tal Valencia de por allá de Flores de María, un
corregimiento del municipio Sabanas de San Ángel, Departamento del Magdalena. A
raíz de esta práctica de la piquería en las fondas y caminos que corrían con el
rio Magdalena, Juancho Polo conoció dos juglares contemporáneos como fueron
Alejo Duran y Emiliano Zuleta. Juancho Polo siempre reconoció a los maestros de
su oficio, primero a su padre quien le enseñó a tocar la gaita y luego al
reconocido juglar Pacho Rada. La música la llevaba en su alma y por eso como
una planta que crece espontánea “componía y cantaba incluso cuando salía con su
sobrino Eudubaldo José a buscar materia prima para fabricar escobas de palma”.
(Juancho Polo al cantar es la ciencia. Javier Franco Altamar. El Tiempo, 22 de
julio 1998).
Dicen los eruditos que la historia del vallenato la forjaron dos
generaciones de músicos talentosos intérpretes del acordeón. Primero, los patriarcas que tuvieron su apogeo entre
1880 y 1920 como fueron Francisco Moscote Guerra (el legendario Francisco el
hombre), Pedro Nolasco, Luis Pitre, Andrés Montufar y Fortunato Fernández,
“quienes estaban inspirados en los detalles de la vida campesina como el canto
de las aves, el color de la puesta del sol, el ruido de los arroyos
cristalinos, los espantos y, por supuesto, amores y desengaños...”. Luego entre
1920 y 1950, con la llegada mágica de la radio
y las grabaciones fonográficas, aparecieron los más conocidos como Chico
Bolaños, Alejo Durán, Luis Enrique Martínez, Lorenzo Morales, Pacho Rada,
Emiliano Zuleta, Samuel Martínez y Juancho Polo Valencia. De todos ellos
Juancho Polo fue el menos conocido y el más humilde pero tenía una
característica poco común: su inspiración creció como espuma con la lectura de
la biblia y algunos libros rústicos de poesía, incluida la rima del Maestro
Valencia (Alicia adorada, la hermosa composición de Juancho Polo. Luis Daniel
Vega. Radio Nacional de Colombia”).
Incluso,
con el paso del tiempo su figura como cantor se fue quedando en la
provincia y en el olvido de la
discografía nacional, pero por fortuna un reconocimiento de homenaje le llegó
en la voz del cantante venezolano Pastor López, cuando estaba en el pináculo de
su fama y así le cantó: “Juancho Polo
Valencia/no tiene dientes ni tiene muelas/no tuvo grado de escuela/ pero al
cantar es la ciencia”.
Alicia adorada, es realmente Alicia Cantillo,
una bella chica campesina que a sus veinte años prácticamente fue “raptada” por
Juancho Polo, cuando desde el primer momento que la conoció, le lleno la cabeza
de coplas inauditas y declamaciones románticas de trovador. Los padres de
Alicia siempre se opusieron a una relación desigual y rara, pues la madre
Felicidad Mendoza lo consideraba un “músico feo, borrachín y vagabundo”.
Y llegó el día cuando la vida de Alicia
Cantillo cayó en un agujero oscuro e inmerecido.
Juancho fue contratado a una parranda en
Pivijay (pueblo cercano a Flores de María), justo cuando Alicia se acercaba al término
de su embarazo. “Fueron tres días de felicidad, de abrazos y cantos recios con
tufo a formol que les hacían olvidar el mundo. Hasta allá́ llegaron noticias de
la esposa exhausta, presa de una letal hemorragia, que clamaba la presencia de
su amado Juancho Polo. El médico que la asistía admitió́ su derrota ante la
preclamsia y la falta de medicamentos. Casi obligado, el músico se encaramó en
la jaca y emprendió el regreso. Llegando a Piñuela unos aldeanos le avisaron de
la urgencia de medicamentos. Volvió a Pivijay buscando una farmacia. Ahí se topó
con la misma “farrita” que le ofreció los sorbos que el cuerpo pedía. De nuevo
muchos poemas recitó, demasiadas canciones les interpretó hasta que los
borrachos más generosos le encimaran unos pesos y fue a tumbos por los
medicamentos... al final, no supo cuántos frascos traía ni cuántas horas o días
transcurrieron. En el viaje a Flores de María se enteró que Alicia había sido
sepultada” (Recuerdos de Juancho Polo La
estrella fugaz del juglar errabundo. Héctor Castillo Castro).
Con el alma encogida y desesperado por su
inocultable culpa de haber dejado sola a su esposa y en medio de la confusión
de la tragedia, dicen que ebrio y enloquecido soltó unos versos muy tristes en
la tumba de Alicia, lo que dio origen a la inefable canción:
Como Dios en la tierra no tiene amigos/ como no
tiene amigos anda en el aire/ tanto le pido y le pido, ¡ay hombre!, siempre me
manda mis males.../ Se murió́ mi compañera, que tristeza/ se murió́ mi
compañera, qué dolor / y solamente a Valencia, ¡ay hombe!, el guayabo le dejó.../.
Pasaron muchos años hasta que la canción
escrita y cantada por Juancho Polo Valencia con un sello de infinita congoja,
cayó en las manos de Alejo Duran quien reconstruyó la melodía: Lo dijo Alejo “
Un día llegué a Barranquilla y me encontré con los ejecutivos de discos
Tropical, a quienes les conté que en Flores de María, por los lados de
Fundación, había un músico al que le decían Valencia, que tenía un tema
vallenato muy bonito, pero yo quería ponerle el sentimiento y el lamento que él
no le daba..” (Vallenatos inmortales. Rafael Oñate Rivero).
A pesar de que la grabación salió con el nombre
de Alejo Duran, el mismo en persona le reconoció a Juancho su autoría.
Juancho Polo Valencia murió el 22 de julio de
1978 en condiciones extremas de pobreza y en una soledad mayor. Un paisano y
amigo llamado Edgardo de León regaló la caja fúnebre y fue enterrado en una
bóveda prestada y dos años después el dueño de la misma murió y sus deudos
reclamaron la bóveda, obligando a que sus restos fueran trasladados a Santa
Rosa de Lima (Magdalena), donde hoy reposan en total olvido.
Una última tristeza de este genio singular del
vallenato, ocurrió cuando Juancho Polo presintió su muerte y la plasmó en una
canción que se llama “Jesucristo
caminando con Juan”: El día que Juancho se muera/queda su pueblo de luto/bajara
una nube negra/ le llamaran el difunto...”
Quizás su única gloria y la de su familia
cercana es saber que la canción Alicia Dorada, es una de las más famosas en la
historia del vallenato y su figura casi exótica sigue siendo una inspiración de
los amantes del acordeón.
Además de la versión de Alejo Duran, fueron
exitosas las versiones de Jorge Oñate y la de Carlos Vives, quien además la
interpretó en la venturosa serie de televisión llamada “Escalona”.
PD: Activa el link de la canción arriba y canta con
la letra (versión de Carlos Vives con coros).
Alicia Adorada
Como Dios en la tierra no tiene amigos
como no tiene amigos anda en el aire (bis),
tanto le pido y le pido ay hombre
siempre me manda mis males (bis)
Se murió mi compañera que tristeza
Alicia mi compañera que dolor
Alicia mi compañera que tristeza
Alicia mi compañera que dolor
y solamente a Valencia, ay hombre
el guayabo le dejo. (bis)
Pobre mi Alicia, Alicia adorada
yo te recuerdo en todas mis parrandas
pobre mi Alicia, Alicia querida
yo te recordaré toda la vida
Allá en Flores de María
donde to´el mundo me quiere (bis)
yo reparo a las mujeres, ay hombre
y no veo a Alicia la mía (bis)
Donde to´el mundo me quiere
Alicia murió solita (bis)
dondequiera que uno muera ay hombre
toa´ las tierras son benditas (bis)
Ay pobre mi Alicia, Alicia adorada
yo te recuerdo en todas mis parrandas
pobre mi Alicia, Alicia querida
yo te recordaré toda la vida.
Uy……..