Hace ya varias décadas sucedió en la plaza de
toros La Santamaría de Bogotá: Sin importar el cartel de toreros en una tarde
lluviosa y fría, la gente se animaba con el ruido gracioso y alegre de la
fiesta brava y con el sabor de la manzanilla; pero mucho más con un elemento
infaltable, la música, que se oía como si la radio estuviese prendida y la voz
de un tenor se salía del redondel, y los asistentes creían que estaban oyendo
un disco de Mario Lanza, de Enrique Caruso, de Tito Shipa, de Pavarotti o de
Placido Domingo. No importaba, porque la tarde era de farra y celebración; pero
sucedió algo que no se esperaba, se fue el fluido eléctrico y sin embargo, la voz
como una luz en medio de la noche, o mejor, como Sansón, en medio de las
ruinas, se irguió con una fuerza descomunal y el cantante a capella le hizo un
tremendo agudo a “Sombras” o “Cuando tú te hayas ido”, pasillo de la poetisa
Mejicana Rosario Sansores con música del Ecuatoriano Carlos Brito (y en la penumbra vaga de la pequeña alcoba/
donde una tibia tarde/ me acariciaras toda/ te buscarán mis brazos/ te buscará
mi boca/ y aspiraré en el aire como un olor a rosas…).
Cuando terminó, la gente con la admiración en
los ojos y con la piel de gallina, se paró y le dispensó una larga ovación al
artista, que se hallaba medio escondido en uno de los tendidos de la plaza. Era
Hernán “El Mono” Herrera. Más conocido en la capital que en Sevilla Valle, su
patria chica.
Quien escribe esta nota, conoció la voz del
Mono Herrera, en años recientes, cuando en un día radiante, el Topo Ceballos,
me la soltó como una gran sorpresa: me paso igual que a los taurinos, sentí
estupor, incredulidad, y la felicidad de tener un paisano con una voz de
cantante del Olimpo. No podía ser que solo lo conociéramos después de su muerte
ocurrida en Bogotá en 1998; cuando dicen algunos, como vago de pueblo, se
recorrió las calles de Sevilla en los años 50, cantándole a las novias y a los
borrachos de cantina. En Sevilla paso desapercibida la voz más grandiosa de uno
de sus hijos, que tiene la misma raíz del olor del café y el pedazo de barranco
que nos tocó para divisar los cañaduzales del Valle del Cauca.
Cuenta Germán Rodríguez V, en el homenaje
rendido al Mono por el programa “Grandes voces en concierto”, de la emisora UFM
Estéreo de Armenia, que en la época triunfal del tenor, Carlos Julio Ramírez,
reconocido como uno de los grandes y que a pesar de su egolatría reconoció, que
el Mono Herrera era el mejor cantante colombiano de ese tiempo. Fue llamado “La voz de oro de Colombia”.
Dice además Germán Rodríguez, que lo conoció
personalmente en Bogotá en el año 1957, cuando el Mono participaba en un
concurso llamado “La hora Noel” en el auditorio de la emisora Nueva Granada y
en las tertulias del bar “As de oros”, del también músico Miguel Ángel Rendón,
localizado en el conocido barrio Chapinero de Bogotá.
Se agrega también que el pico del éxito del
Mono surgió a partir de un concurso de nivel internacional realizado para
promocionar la película “Ojos tapatíos”, primero ganó en Colombia y luego
representando nuestro país, ganó en Méjico. Ello le trajo reconocimientos
importantes y la posibilidad de recibir clases de canto de la gran messo
soprano Fanny Anitua, quien canto con Enrique Caruso. De regreso a Colombia
tuvo el mecenazgo del señor Alfonso Laserna, hermano de Mario, el fundador de
la Universidad de Los Andes, quien contribuyo a que el Mono tuviese algunas
presentaciones valiosas con artistas de gran talla como Alfredo Sadel Y María
Marta Serra Lima, quienes respetaban y admiraban su gran calidad. Por demás, no
conocemos los motivos de su estancamiento y olvido porque el talento musical le
sobraba como un río desbocado. Tal vez su bohemia desmesurada fue más fuerte
que la disciplina que exige el éxito en cualquier profesión.
Menciona Rodríguez, que en su trasegar musical
se decía que el Mono Herrera tenía el color y el timbre de Placido Domingo y la
emisión de Pavarotti.
Finalmente, solo queda escuchar algunas pocas
grabaciones, editadas fuera de estudios de grabación y agradecerle al
comunicador Germán Rodríguez por la recuperación de algunas de sus canciones y
el homenaje que le realizo en el año 1998, cuando una enfermedad cerebral se llevó
al Mono Herrera, dejándonos el gran recuerdo de su voz y la huella de su canto
que se debería escuchar desde Siracusa hasta Puyana.
Escuchen su versión de Peregrina del trovador y
compositor Mejicano Ricardo Palmerin y se deleitaran…… Juzguen ustedes.
Posdata: a mí personalmente me queda la
incógnita de su olvido y desconocimiento en Sevilla; aunque nunca es tarde para
quien se merece un gran homenaje: invitación al Festival Bandola en su versión
de 2011 para que lo haga.
Por | Ernesto Pino - Junio 2011