Casualmente
el día 31 de mayo estaba en Sevilla y me sorprendió que se anunciara para esa
noche el lanzamiento del último disco del grupo Bandola, llamado De festival en festival: un martes
pasivo, con amenaza de lluvia y con una baja promoción del suceso, a no ser por
las redes sociales.
Finalmente
allí estuvimos y oh sorpresa, el escenario de la Casa de la Cultura a pesar de
esa fecha intrascendente estaba lleno hasta las banderas. Confieso que tenía
muchas expectativas y realmente no sabía que podría escuchar, especialmente
porque nunca he sido muy fiel a la música colombiana del interior como los
bambucos y los pasillos, a los cuales evidentemente respeto porque hacen parte
de nuestra herencia y de alguna manera están allí en el baúl de recuerdos de
nuestros mayores.
Del grupo Bandola, que para mí se han
convertido en el intangible más patentado de nuestra ciudad, reconozco sus
éxitos como Listos para la foto, Turumbis
tumbis, El Hipo, Buenaventura se quema, Chuchito el reciclador, La Guaneña, A
galopar, Ojos azules, Palabras para Julia (estas tres últimas cuando
estábamos más jóvenes) etc.; que en cada festival ponen a bailar a nuestros
paisanos y hacen del Parque de la Concordia una verdadera fiesta: pero yo
siempre, lo confieso, he llevado en mi memoria musical que su mejor canción
para mi gusto, es La esfera azul. Esas canciones dentro del Festival Bandola, que por
fortuna se han venido repitiendo de manera ininterrumpida en los últimos 20
años, ha sido la banda sonora para que sucedan tantas cosas buenas en el
pueblito, como en el año 1998 les escribí en una nota que hoy se mantiene
vigente: “Que cantidad de Sevillanos
exiliados, felices y abrazados que caben cómodamente en 3.000 metros cuadrados.
Qué bueno volver a escuchar voces perdidas por décadas que regresan a compartir
con familiares, amigos, conocidos y enemigos y a respirar de nuevo el oxígeno
húmedo y refrescante de nuestras montañas y el olor eterno de las vacas con su
leche y su boñiga. Toda esta maravilla para que los Sevillanos, pobres y ricos,
no olviden que su raíz está en el sinfín de sus calles empolvadas, en los
mosaicos de las escuelas públicas, en la subida a Monserrate y a Puyana, en el
edificio más alto que es la iglesia, en las ollas humeantes de la galería y de
Doña Josefina, en los recuerdos de la vitrola de la Fuente y en ese cielo azul
con ceniza que explota con un aguacero o con antorchas de sol. En medio de las
borracheras, algo percibimos cuando en la despedida final, después del abrazo
apretado, todos prometíamos volvernos a ver en el Festival Bandola del año
entrante. No importa que la gente todavía no se aprenda de donde son los
cantantes. Con saber que han vuelto los paisanos fieles y los paisanos
ingratos, podemos pensar que Dios ya nos echó el ojo”.
El
nuevo disco, sinembargo, rescata un magnífico trabajo lleno de fusiones muy
agradables y con un alto perfil musical: el manejo de vientos y de percusión le
han dado al grupo un aire refrescante, una batería incesante y explosiva y una
trompeta que rompe y pone una alarma sugestiva que emociona (debería tener más
protagonismo, creo, a costa de mi ignorancia musical). A ello le agregamos lo
que siempre conocimos, la inmensa alegría en las voces de La Nena, Oscar y
Rodrigo y los momentos mágicos de la flauta de Julián. Las canciones del álbum
son una mezcla de bambuco, pasillo, parranda, currulao, reggae y chande: De festival en festival, Alma de guadua, Los
abrazos, La bogadera, El aguacerito, El viaje, Ya se siente el carnaval, El Árbol
amarillo…….pero falta una, la mejor, la que sin exagerar podría convertirse
en un segundo himno sevillano como la entrañable Mi Sevilla de Hugo Toro, que
se llama MI PUEBLO (con autoría de
Ana Lucia Muñoz). Es una canción esplendida, que seguramente si se repitiera en
la radio como corresponde, sería un éxito nacional.
….mi
pueblo, mi pueblo/mi casa, mi refugio, mi alimento/mi pueblo, mi pueblo/a ti
siempre volveré así este lejos/ (coros de niños de la Casa de la cultura)…..y
todos nos alborotamos…
Una
nota especial para la canción Alma de
guadua, que el grupo compuso en homenaje a nuestro gran amigo Edgar Arcila,
fugitivo sin permiso de la vida, quien pese a tener entraña de comerciante
tenia sensibilidad de artista y por ello tiró las mercancías a un lado y se inventó
un espacio en Tres Esquinas que se llama El
Bosque que camina y que además dejó su huella encomiable en el Grupo
Bandola y en la Casa de la Cultura.
Felicitaciones
a la plantilla del Grupo que participó en este gran trabajo: María Elena Vélez
(La nena), Ana Lucia Muñoz, Oscar
Gallego (El negro), Rodrigo Muñoz (El mono), Julián Gil, Mauricio Muñoz, Juan Pablo Orozco, Fabián
Valverde. Igual resalto, el Diseño y Concepto Grafico de Julián Esteban
Castañeda y al Director de Arte, Jorge
Stiven Varela.
Y
a los lectores, una recomendación respetuosa: el nuevo disco bien vale la pena adquirirlo…antes
de que se agote o esperar hasta agosto
para oírlo en la versión 21 del Festival Bandola.
Nota1:
que bueno sería que el Grupo Bandola, algún día próximo se atreviera a montar
una serie de RUMBAS SEVILLANAS, españolas , que son alegres como Mi Sevilla y
que se cantan en coro y con las palmas. Son una buena herencia, como para
compensar un poco la desquiciada época de la Conquista.
Nota2:
que bueno seria, que en los compases del Festival, se inventaran un concurso de
canto para los niños, sean solistas o coros de niños. Ello haría más lúdico el
Festival, y así aumentaría la expectativa y la alegría de los asistentes.
Por| Ernesto Pino
Cali,
junio 8 de 2016