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6 dic 2017

Oscar Jaramillo Zuluaga

Esta nota tiene la intención de honrar la memoria del Dr. Oscar Jaramillo Zuluaga (OJZ) y recordar algunos hechos humanos y técnicos, cuanto tuve la fortuna de tenerlo como mi jefe y maestro siendo él Director Ejecutivo de la Federación de Cafeteros, capítulo del Valle del Cauca.

Seria necio tratar de inventariar la cantidad de proyectos de tipo social que ejecutó OJZ en la zona cafetera del Valle del Cauca y especialmente en el municipio de Sevilla: además de muchos kilómetros de vías terciarias construidas en corregimientos de los 39 municipios cafeteros del Departamento, levantó una impresionante infraestructura social como puestos de salud, escuelas, acueductos, redes eléctricas, etc.; y dio paso a la construcción de una red de cooperativas de caficultores que han facilitado un gran mecanismo de intermediación de café pergamino cubriendo los cuatro costados rurales del departamento. Fui testigo del celo, la eficiencia y la pulcritud en el manejo de las obras y la disciplina empresarial que caracterizo a OJZ para administrar los recursos. Resalto también una de sus grandes obras como fue la fundación de los Talleres Rurales del Valle del Cauca que tanto empleo femenino creo en zonas rurales y en municipios pequeños, como el fue el caso del taller de Versalles, donde medimos el gran impacto económico que generó el trabajo de mujeres operarias familiares de los caficultores.

Sevilla le debe mucho y pago con creces la deuda social que todos tenemos con nuestra tierra.

Gran líder, ingeniero profesional con un alto sentido humanitario con los empleados y con los campesinos cafeteros. Luchador incansable por las causas de Sevilla y con un permanente agradecimiento y amor por su tierra. Fruto de su empuje fueron obras como la Casa de la Cultura, los Juegos Departamentales de 1.976 (el coliseo por fortuna lleva su nombre), el Hotel Teatro, etc. Alguna vez en un recreo laboral le pregunte si él se sabía “Mi Sevilla” de Hugo Toro Echeverry, me miro sorprendido y sonriendo me dijo tajante “El que no se sepa Mi Sevilla, no es sevillano”.

Recuerdo profesional. Hace ya varias décadas hizo una interpretación formidable de lo que hoy el mundo teórico de los economistas está planteando como un novedoso instrumento de lucha contra la pobreza: la llamada renta básica universal que simplemente consiste en entregarle un salario mínimo a las familias pobres que garanticen la posibilidad del crecimiento de los hogares en una gran diversidad de actividades económicas, sin que tengan que pensar en la mínima subsistencia que no permite una mejor performance de las familias más necesitadas. El Doctor Jaramillo me lo planteaba como una utopía dirigida a los caficultores del Valle del Cauca. Incluso para ello nos tocó proyectar varios ejercicios académicos, buscando la posibilidad de por lo menos hacerlo con aquellos campesinos que no alcanzaban el punto de equilibrio con sus parcelas cafeteras.

Alguna vez sin que supiéramos nos encomendó realizar una investigación económica en la zona cafetera a dos grupos, uno de ellos bajo mi coordinación. Le entregamos los resultados y le pregunte porque había ordenado la misma investigación a dos grupos independientes. Me respondió con una certeza admirable “Los dos grupos pueden tener argumentos y conclusiones parecidas o diferentes, pero me ayuda a tomar una decisión que va a marcar el presente y futuro de muchas familias cafeteras. Tengo que estar muy seguro”.

Recuerdo también que siempre cargo en su camisa una libretica donde anotaba los compromisos de trabajo con los empleados: cuando uno quedaba allí anotado, no había manera de incumplir la entrega de los trabajos en la fecha y hora comprometida.

Otro recuerdo del Doctor, que todos comentábamos en su momento, era la extraordinaria suerte que tenía cuando la cooperativa de empleados de la empresa realizaba las rifas de diciembre: siempre se las ganaba todas hasta el punto que al final decidimos que él no participara y así se hizo. El Doctor Jaramillo lo aceptó complacido con una sonrisa de satisfacción y de disculpa por algo que se decía misterioso y de lo cual él no tenía culpa.

Hago extensivo este duelo y la solidaridad debida con sus familiares, amigos y con los caficultores del Valle que lo trataron, especialmente los de Sevilla, su pueblo.
Cali, diciembre de 2017
Por: Ernesto Pino