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1 oct 2019

La chica de Ipanema


Crónicas musicales… crónicas sobre canciones populares muy reconocidas en el mundo.
Dedico esta crónica a la memoria del escritor sevillano Javier Marulanda, Marulo; con quien compartí la idea que a Sevilla para ser una región maravillosa solo le faltaba un pedazo de mar y una playa, así fuera un tris de Ipanema.
  Por: Ernesto Pino
En el año 2016 se celebraron las olimpiadas de Rio de Janeiro y en su inauguración más de 80.000 personas lloraron y cantaron mientras Giselle Bundchen, la modelo mas famosa del Brasil, lucía y brillaba como la chica de Ipanema mientras sonaba la canción para todo el mundo. Esa fue la identificación universal del Brasil como país anfitrión de los juegos. Una canción simple pero con una música arrolladora que ya se había convertido en un reto para los cantantes como el gran Frank Sinatra quien la cantó acompañado de Tom Jobim, uno de los compositores. Madona y Cher también la cantaron.

En el año 1960 el escritor Vinicius de Moraes, uno de los mas celebres poetas brasileros del siglo 20, escribió un poema que representaba de manera amable y picara el retrato de la mujer ideal por lo menos en nuestra cultura latinoamericana. El poema se llama “Receta de mujer” (se trascribe al final), hasta ese momento su poema mas conocido, y dicen los rumores artísticos que aunque no lo pudo musicalizar por ser tan largo, si le sirvió de modelo a Vinicius cuando en el año de 1962 escribió la letra de una de las canciones populares mas famosas del mundo: La Chica de Ipanema (La Garota de Ipanema en portugués, idioma original).

 En el tiempo de la escritura, Vinicius elaboraba las piezas de una comedia musical llamada “Dirigible” (“Dirigivel” en portugués) y se encontró con “la chica de Ipanema” que todos los días veía pasar en la playa desde el bar Veloso (hoy Garota de Ipanema). El cómplice de estas jornadas del poeta, es el gran músico Antonio Carlos Jobim, quien a la postre con su melodía convirtió en canción el poema. Jobim, pianista y compositor y un fundador del bossa nova, ya era famoso en los escenarios musicales con el gran tema de jazz “Desafinado” y con “Chega de saudade”. Vinicius y Jobim eran amigos con una estruendosa bohemia y acudían al Veloso que les servía de oficina artística y de mirador a las bonitas playas de Ipanema. “Vinicius, recuerdan sus amigos, estaba hecho para la ternura y también para la desmesura. El mismo año en que compuso La Garota de Ipanema, protagonizó junto al guitarrista Baden Powell la borrachera más larga y memorable de toda la historia de la ciudad. Según Castro, fueron 86 días seguidos de farra en el apartamento del poeta, en los que ambos consumieron 240 botellas de whisky y compusieron 25 canciones”. (Ossiel Villada I Jefe de Redacción Online de El País Domingo, Octubre 20, 2013).
La inspiración fue casi obvia cuando se dieron cuenta que cerca de sus narices pasaban por oleadas las chicas mas lindas del Brasil. Allí empezaron a observar con cierta frecuencia a una chica rubia de ojos azules, llamada Hello Pinheiro (Heloísa Eneida Menezes Pais Pinto). Se les volvió una escena repetida de una película feliz y con ese retrato escribieron y musicalizaron la “Chica de Ipanema”. Hello solo supo de la canción dos años después de la composición y un año después de la grabación para la discográfica Verve por Stan Getz y João Gilberto, con Tom Jobim al piano, que luego saldría en el LP "Getz/Gilberto" (Recordar que Stan Getz es uno de los más importantes saxofonistas tenores de la historia del jazz).

Esta canción le cambiaria el rumbo de su vida.
Cuenta Hello que los artistas siempre estaban ebrios y sonrientes y se sentían intimidados con su presencia, pero nunca se imagino que pasaría después. Una vez la canción se empezó a difundir por todo el país, muchas chicas de la playa se atribuyeron la inspiración de la canción, hasta el punto que el poeta Vinicius, muy disgustado, hizo una rueda de prensa y anuncio que la chica de Ipanema era Hello Pinheiro.

A partir de allí, la vida de Hello cambio 180 grados: su ambición personal de ser profesora, jugadora de voleibol playa, conseguir un novio y tener una familia tradicional,  se cambió inevitablemente para ser un personaje público del Brasil. Se convirtió en presentadora de televisión, actriz y modelo incluso de la revista Play Boy. Aprovechó una circunstancia del destino y se convirtió en empresaria de ropa con la marca….por supuesto “La Garota de Ipanema”, lo cual le trajo problemas como el de una demanda de los familiares de Vinicius y Jobim, la cual fue saldada a su favor. Hello mantiene la tienda en la calle Vinícius de Moraes, 53, en Ipanema, al lado del bar donde fue inspirada la canción (ver João Prado “La Garota de Ipanema en Revista Soho).

Con la gran difusión de la radio, la televisión y las revistas, Hello se convirtió en la diva del Brasil, era la mujer mas deseada por todos los hombres, sus afiches se repetían en las tiendas, en los almacenes, en las cantinas, en las cabañas de la playa y fue por esos años el chisme feliz de las calles de Rio de Janeiro. Incluso se llego a decir que Jobim se enamoró de ella, aunque al final solo fue el padrino de matrimonio.

Han pasado más de 60 años y la chica de Ipanema se convirtió en una mujer madura que ya nadie reconoce a no ser que visiten su tienda de ropa. Vinicius y Jobim se fueron para siempre pero nos dejaron esta genialidad de la música clásica popular.

Escuchen arriba la excelente versión de Joao y Astrud Gilberto y el saxofón de Stan Getz (Joao canta en portugués y Astrud en ingles).

La Chica de Ipanema (Letra)
Olha que coisa mais linda
Mais cheia de graça
É ela menina
Que vem e que passa
Num doce balanço
Caminho do mar

Moça do corpo dourado
Do Sol de Ipanema
O seu balançado
É mais que um poema
É a coisa mais linda
Que eu já vi passar

Ah, por que estou tão sozinho?
Ah, por que tudo é tão triste?
Ah, a beleza que existe
A beleza que não é só minha
Que também passa sozinha

Ah, se ela soubesse
Que quando ela passa
O mundo, sorrindo
Se enche de graça
E fica mais lindo
Por causa do amor

Tall and tan
And young and lovely
The girl from Ipanema
Goes walking
And when she passes
Each one she passes
Goes: Ah

When she walks
She's like a samba
That swings so cool
And sways so gently
That when she passes
Each one she passes
Goes: Ah

Oh, but he watches so sadly
How can he tell her he loves her?
Yes, he would give his heart gladly
But each day when she walks to the sea
She looks straight ahead not at he

Tall and tan
And young and lovely
The girl from Ipanema
Goes walking
And when she passes
He smiles but she doesn't see

Oh, but he watches so sadly
How can he tell her he loves her?
Yes, he would give his heart gladly
But each day when she walks to the sea
She looks straight ahead not at he

Tall and tan
And young and lovely
The girl from Ipanema
Goes walking
And when she passes
He smiles but she doesn't see
She just doesn't see

No, she doesn't see
But she doesn't see
She doesn't see
No, she doesn't see

Les trascribo el poema de Vinicius de Moraes “Receta de Mujer” que fue la vista previa a esa canción inmortal de la “Chica de Ipanema”: indudablemente uno de sus poemas más famosos:

Receta de Mujer
Las muy feas que me perdonen,
pero la belleza es fundamental. Es necesario
que haya algo de flor en todo eso,
algo de danza, algo de haute couture
En todo eso (o entonces
que la mujer se socialice elegantemente en azul, como en la República Popular China). No hay términos medios posibles.
Es necesario
que todo eso sea bello. Es necesario que de pronto
se tenga la impresión de ver una garza apenas posada y que un rostro adquiera de vez en cuando ese color sólo aprehensible en el tercer minuto de la aurora.
Es necesario que todo eso sea sin ser, pero que se refleje y germine
en la mirada de los hombres. Es necesario, es absolutamente necesario
que todo sea bello e inesperado. Es necesario que unos párpados cerrados
recuerden un poema de Éluard y que se acaricie en unos brazos
alguna cosa más allá de la carne: que se los toque
como al ámbar de una tarde. Ah, dejadme deciros
que es necesario que la mujer que allí está como la corola ante el pájaro
sea bella o por lo menos tenga un rostro que recuerde un templo y
sea ligera como un resto de nube: pero que sea una nube
con ojos y nalgas. Las nalgas son importantísimas. Los ojos,
y esto ni se discute, que miren con cierta maldad inocente. Una boca
fresca (¡nunca húmeda!) móvil, viva, es también obstinadamente requerible. Es necesario que las extremidades sean flacas: que los huesos
despunten, sobre todo la rótula al cruzar las piernas, y las pélvicas puntas
en el abrazo de una cintura móvil. Gravísimo es sin embargo el problema de las clavículas: una mujer sin sabrosas clavículas
es como un río sin puentes. Indispensable
es que haya una hipótesis de barriguita, e inmediatamente
la mujer se eleve como un cáliz, y que sus senos
sean de estilo greco-romano, antes que gótico o barroco,
Y puedan iluminar la oscuridad con una capacidad mínima de cinco velas.
Es absolutamente preciso que el cráneo y la columna vertebral
se vislumbren ligeramente… ¡y que exista un gran latifundio dorsal!
Los miembros que terminen como astas, pero que haya un cierto volumen de muslos
y que sean lisos, lisos como un pétalo y cubiertos de suavísimo vello
absolutamente sensible a la caricia en sentido contrario.
Es aconsejable en la axila un dulce césped de aroma propio
apenas sensible (¡un mínimo de productos farmacéuticos!).
Preferibles son sin duda los cuellos largos
de forma que la cabeza dé a veces la impresión
de no tener nada que ver con el cuerpo, y la mujer nos recuerde
flores sin misterio.
Pies y manos deben contener elementos góticos
discretos. La piel debe ser fresca en las manos, en los brazos, en la espalda y en la cara,
pero los recovecos e interioridades deben tener una temperatura nunca inferior A 37° centígrados, capaces eventualmente de provocar quemaduras
de primer grado.
Los ojos, que sean de preferencia grandes
y de rotación por lo menos tan lenta como la de la tierra; y
que se sitúen siempre más allá de un invisible muro de pasión
que es necesario sobrepasar.
Que la mujer sea alta en principio. O, si es baja, que tenga la actitud mental de los altos pináculos.
Ah, que la mujer dé siempre la impresión de que, si se cierran los ojos,
al abrirlos ella no estará más presente
con su sonrisa y sus intrigas.
Que ella surja, no venga; parta, no vaya;
Y que posea una cierta capacidad de enmudecer súbitamente y hacernos beber
la hiel de la duda. Oh, principalmente
que ella no pierda nunca, no importa en qué mundo,
no importa en qué circunstancias, su infinita volubilidad
de pájaro;
Y que acariciada en el fondo de sí misma
se transforme en esfera sin perder su gracia de ave; y que exhale siempre
el imposible perfume; y destile siempre
la embriagante miel; y cante siempre el inaudible canto
de su combustión; y no deje de ser nunca la eterna danzarina
de lo efímero; y en su incalculable imperfección
constituya la cosa más bella y perfecta de toda la innumerable creación.