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31 mar 2020

Alicia Adorada

Crónicas musicales… crónicas sobre canciones populares muy reconocidas en el mundo.
Por: Ernesto Pino

Desde pequeño y cuando empezó a leer la biblia como uno de los pocos libros que existían en su casa, Juancho Polo Valencia el creador de “Alicia adorada”, nunca se imaginó que allí encontraría parte de su inspiración poética y muchas palabras que genialmente mezclaba cuando con el acordeón “terciao” hacia piquería* en las parrandas.

*Piquería: duelo de versos al son del acordeón.

Posiblemente el nombre más famoso de Alicia, es la protagonista de la histórica novela del escritor británico Lewis Carroll, publicada en 1885: Alicia en el país de las maravillas; que cuenta la historia  de una niña llamada Alicia quien cae por un agujero y descubre un mundo peculiar, poblado por humanos y criaturas antropomórficas. En Colombia, este nombre se hizo famoso cuando el cantautor Alejo Duran en el año 1968 se convirtió en el primer rey vallenato, cantando sus canciones y especialmente una, llamada Alicia adorada. Triunfo apoteósico y de allí en adelante su melodía se expandió como una plaga en todas las emisoras del país. Posteriormente se conoció que esta Alicia de la canción también tenía una historia no fantástica como la de Carroll sino al contrario era la síntesis melódica de una gran tragedia: como la Alicia literaria, la Alicia colombiana también cayó en el agujero de una vida oscura y desesperanzada  que la llevó a la fama sin darse cuenta.

El verdadero compositor de la canción era un músico autodidacta y juglar llamado Juancho Polo Valencia y no Alejo Duran como se creyó inicialmente cuando este la cantó en la tarima del Festival Vallenato en Valledupar.

Juancho Polo Valencia, realmente se llamaba Juan Manuel Polo Cervantes, pero en su afán musical de reconocimiento y pensando en su despliegue por toda la costa norte desde Magdalena hasta la Guajira, convirtió su nombre en Juancho Polo Valencia. El Valencia lo adoptó en un arranque costeño de admiración por el político y poeta  caucano Guillermo Valencia (El Maestro Valencia como lo conocían en el ambiente literario). Juancho Polo, parece que desde muy niño recitaba algunos versos de Anarkos, uno de los poemas más conocidos de Valencia (El minero jadeante/ mira saltar la chispa de diamante/ que años después envidiará su hija/ cuando triste y hambrienta y haraposa/ la mejilla más blanca que una rosa/ blanca, y el ojo con azul ojera/ se pare a remirarla, codiciosa/ al través de una diáfana vidriera…). Al poeta, entre otras le tocó la época como político cuando los jerarcas eclesiásticos prácticamente escogían los presidentes (el arzobispo Bernardo Herrera y su sucesor, monseñor Ismael Perdomo).

Valencia como finalmente lo apodaron amigos y conocidos nació para ser juglar y desde muy pequeño empezó a tocar el acordeón en esa geografía costeña muy prolífica para la canción picaresca en donde los músicos parranderos tenían una cualidad innata de comunicar las noticias, ya fueran buenas o malas y lo hacían a través de todas las vertientes del vallenato como son el paseo, la puya, el son , el merengue y una que le dio fama y era la disculpa de los lugareños para armar una parranda: la piquería. Este ritmo fue el que hizo muy conocido a un chico desarrapado, bebedor, andariego y enamorado: un tal Valencia de por allá de Flores de María, un corregimiento del municipio Sabanas de San Ángel, Departamento del Magdalena. A raíz de esta práctica de la piquería en las fondas y caminos que corrían con el rio Magdalena, Juancho Polo conoció dos juglares contemporáneos como fueron Alejo Duran y Emiliano Zuleta. Juancho Polo siempre reconoció a los maestros de su oficio, primero a su padre quien le enseñó a tocar la gaita y luego al reconocido juglar Pacho Rada. La música la llevaba en su alma y por eso como una planta que crece espontánea “componía y cantaba incluso cuando salía con su sobrino Eudubaldo José a buscar materia prima para fabricar escobas de palma”. (Juancho Polo al cantar es la ciencia. Javier Franco Altamar. El Tiempo, 22 de julio 1998).

Dicen los eruditos que  la historia del vallenato la forjaron dos generaciones de músicos talentosos intérpretes del acordeón. Primero,  los patriarcas que tuvieron su apogeo entre 1880 y 1920 como fueron Francisco Moscote Guerra (el legendario Francisco el hombre), Pedro Nolasco, Luis Pitre, Andrés Montufar y Fortunato Fernández, “quienes estaban inspirados en los detalles de la vida campesina como el canto de las aves, el color de la puesta del sol, el ruido de los arroyos cristalinos, los espantos y, por supuesto, amores y desengaños...”. Luego entre 1920 y 1950, con la llegada mágica de la radio  y las grabaciones fonográficas, aparecieron los más conocidos como Chico Bolaños, Alejo Durán, Luis Enrique Martínez, Lorenzo Morales, Pacho Rada, Emiliano Zuleta, Samuel Martínez y Juancho Polo Valencia. De todos ellos Juancho Polo fue el menos conocido y el más humilde pero tenía una característica poco común: su inspiración creció como espuma con la lectura de la biblia y algunos libros rústicos de poesía, incluida la rima del Maestro Valencia (Alicia adorada, la hermosa composición de Juancho Polo. Luis Daniel Vega. Radio Nacional de Colombia”).

Incluso,  con el paso del tiempo su figura como cantor se fue quedando en la provincia y  en el olvido de la discografía nacional, pero por fortuna un reconocimiento de homenaje le llegó en la voz del cantante venezolano Pastor López, cuando estaba en el pináculo de su fama y así le cantó: “Juancho Polo Valencia/no tiene dientes ni tiene muelas/no tuvo grado de escuela/ pero al cantar es la ciencia”.

Alicia adorada, es realmente Alicia Cantillo, una bella chica campesina que a sus veinte años prácticamente fue “raptada” por Juancho Polo, cuando desde el primer momento que la conoció, le lleno la cabeza de coplas inauditas y declamaciones románticas de trovador. Los padres de Alicia siempre se opusieron a una relación desigual y rara, pues la madre Felicidad Mendoza lo consideraba un “músico feo, borrachín y vagabundo”.

Y llegó el día cuando la vida de Alicia Cantillo cayó en un agujero oscuro e inmerecido.

Juancho fue contratado a una parranda en Pivijay (pueblo cercano a Flores de María), justo cuando Alicia se acercaba al término de su embarazo. “Fueron tres días de felicidad, de abrazos y cantos recios con tufo a formol que les hacían olvidar el mundo. Hasta allá́ llegaron noticias de la esposa exhausta, presa de una letal hemorragia, que clamaba la presencia de su amado Juancho Polo. El médico que la asistía admitió́ su derrota ante la preclamsia y la falta de medicamentos. Casi obligado, el músico se encaramó en la jaca y emprendió el regreso. Llegando a Piñuela unos aldeanos le avisaron de la urgencia de medicamentos. Volvió a Pivijay buscando una farmacia. Ahí se topó con la misma “farrita” que le ofreció los sorbos que el cuerpo pedía. De nuevo muchos poemas recitó, demasiadas canciones les interpretó hasta que los borrachos más generosos le encimaran unos pesos y fue a tumbos por los medicamentos... al final, no supo cuántos frascos traía ni cuántas horas o días transcurrieron. En el viaje a Flores de María se enteró que Alicia había sido sepultada” (Recuerdos de Juancho Polo La estrella fugaz del juglar errabundo. Héctor Castillo Castro).


Con el alma encogida y desesperado por su inocultable culpa de haber dejado sola a su esposa y en medio de la confusión de la tragedia, dicen que ebrio y enloquecido soltó unos versos muy tristes en la tumba de Alicia, lo que dio origen a la inefable canción:

Como Dios en la tierra no tiene amigos/ como no tiene amigos anda en el aire/ tanto le pido y le pido, ¡ay hombre!, siempre me manda mis males.../ Se murió́ mi compañera, que tristeza/ se murió́ mi compañera, qué dolor / y solamente a Valencia, ¡ay hombe!, el guayabo le dejó.../.

Pasaron muchos años hasta que la canción escrita y cantada por Juancho Polo Valencia con un sello de infinita congoja, cayó en las manos de Alejo Duran quien reconstruyó la melodía: Lo dijo Alejo “ Un día llegué a Barranquilla y me encontré con los ejecutivos de discos Tropical, a quienes les conté que en Flores de María, por los lados de Fundación, había un músico al que le decían Valencia, que tenía un tema vallenato muy bonito, pero yo quería ponerle el sentimiento y el lamento que él no le daba..” (Vallenatos inmortales. Rafael Oñate Rivero).

A pesar de que la grabación salió con el nombre de Alejo Duran, el mismo en persona le reconoció a Juancho su autoría.

Juancho Polo Valencia murió el 22 de julio de 1978 en condiciones extremas de pobreza y en una soledad mayor. Un paisano y amigo llamado Edgardo de León regaló la caja fúnebre y fue enterrado en una bóveda prestada y dos años después el dueño de la misma murió y sus deudos reclamaron la bóveda, obligando a que sus restos fueran trasladados a Santa Rosa de Lima (Magdalena), donde hoy reposan en total olvido.

Una última tristeza de este genio singular del vallenato, ocurrió cuando Juancho Polo presintió su muerte y la plasmó en una canción que se llama “Jesucristo caminando con Juan”: El día que Juancho se muera/queda su pueblo de luto/bajara una nube negra/ le llamaran el difunto...”
Quizás su única gloria y la de su familia cercana es saber que la canción Alicia Dorada, es una de las más famosas en la historia del vallenato y su figura casi exótica sigue siendo una inspiración de los amantes del acordeón.

Además de la versión de Alejo Duran, fueron exitosas las versiones de Jorge Oñate y la de Carlos Vives, quien además la interpretó en la venturosa serie de televisión llamada “Escalona”.

PD: Activa el link de la canción arriba y canta con la letra (versión de Carlos Vives con coros).

Alicia Adorada

Como Dios en la tierra no tiene amigos
como no tiene amigos anda en el aire (bis),
tanto le pido y le pido ay hombre
siempre me manda mis males (bis)

Se murió mi compañera que tristeza
Alicia mi compañera que dolor
Alicia mi compañera que tristeza
Alicia mi compañera que dolor
y solamente a Valencia, ay hombre
el guayabo le dejo. (bis)

Pobre mi Alicia, Alicia adorada
yo te recuerdo en todas mis parrandas
pobre mi Alicia, Alicia querida
yo te recordaré toda la vida

Allá en Flores de María
donde to´el mundo me quiere (bis)
yo reparo a las mujeres, ay hombre
y no veo a Alicia la mía (bis)

Donde to´el mundo me quiere
Alicia murió solita (bis)
dondequiera que uno muera ay hombre
toa´ las tierras son benditas (bis)

Ay pobre mi Alicia, Alicia adorada
yo te recuerdo en todas mis parrandas
pobre mi Alicia, Alicia querida
yo te recordaré toda la vida.

Uy……..