Crónicas musicales… crónicas sobre canciones
populares muy reconocidas en el mundo.
Por: Ernesto Pino
Dedico esta crónica a las poetas sevillanas que
iluminaron el aniversario de Sevilla 2019: Magnolia Gutiérrez, María del
Socorro Vélez, Sandra Ocampo y Karina Rendón.
Tocan y Alfonsina mira por el ojo de pescado de
la puerta. No ve a nadie, pero escucha claramente una voz que le dice, que
tiene que visitar las flores de coral de Mar del Plata. Ella se asusta pero con
más curiosidad que miedo reconoce la voz de su gran amigo, el escritor uruguayo
Horacio Quiroga, quien había partido un año antes.
Esta crónica, aborda una de las canciones
insignias de la cultura latinoamericana; como es el canto alegórico a los seres
humanos que por complejos motivos de la razón y el sentimiento, toman la
decisión de abandonar el mundo por su cuenta.
Eso es “Alfonsina y el mar”, un bello poema del
historiador y escritor Félix luna con música del artista argentino Ariel
Ramírez y con una excelente interpretación de Mercedes Sosa (quizás la mejor de
todas); creada para homenajear a la gran poetisa Argentina, Alfonsina Storni.
Según el compositor y cantante Mario Clavell (“Mi amiga la canción”), un
domingo en que Félix Luna y su familia almorzaban en casa de Ariel Ramírez,
este le comentó que había compuesto una zamba y Felix le pidió escucharla.
Después de hacerlo, Félix le dijo sin dudar “esta zamba se va a llamar
Alfonsina y el mar”. Concebir la canción obliga a reconocer ciertos hechos en
la trayectoria de la poetisa Alfonsina Storni y su comportamiento de vida,
aprovechando algunas notas de Wikipedia.
Alfonsina Storni Martignoni (Sala Capriasca,
Suiza; 29 de mayo de 1892, Mar del Plata, Argentina; 25 de octubre de 1938),
poeta y escritora argentina del Posmodernismo. El 20 de mayo de 1935 Alfonsina
fue operada de un cáncer de mama. La mastectomía le deja grandes cicatrices
físicas y emocionales. Siempre había sufrido de depresión, paranoia y ataques
de nervios, pero ahora los síntomas de enfermedad mental se recrudecieron. Se
vuelve retraída y evita a sus amistades.
En 1937 se suicida su gran amigo Horacio
Quiroga (poeta y cuentista Uruguayo de gran renombre en la época por ser además
un emulo de la obra de Edgar Alan Poe) y ella le dedica un poema de versos
conmovedores, que a su vez, presagian su propio final:
Morir como tú, Horacio, en tus cabales,
Y así como en tus cuentos, no está mal;
Un rayo a tiempo y se acabó la feria...
Allá dirán.
Más pudre el miedo, Horacio, que la muerte
Que a las espaldas va.
Bebiste bien, que luego sonreías...
El veintiséis de enero de 1938, en Colonia,
Uruguay, Alfonsina recibe una invitación importante. El Ministerio de
Instrucción Pública ha organizado un acto que reunirá a las tres grandes poetas
americanas del momento, en una reunión sin precedentes: Alfonsina, Juana de
Ibarbourou y Gabriela Mistral. La invitación pide «que haga en público la
confesión de su forma y manera de crear». Tiene que prepararse en un día y,
llena de entusiasmo, escribe su conferencia sobre una valija que ha puesto en
las rodillas. Divertida, encuentra un título que le parece muy adecuado: «Entre
un par de maletas a medio abrir y las manecillas del reloj».
Hacia mitad de año apareció Mascarilla y trébol
y una Antología poética con sus poemas preferidos. Los meses que siguen fueron
de incertidumbre y temor por la renuencia de la enfermedad: Alfonsina padece
cáncer terminal.
En octubre viaja a Mar del Plata. Desde allí,
envía dos cartas: una a su hijo, Alejandro, y un "Poema de despedida"
al diario La Nación, que se llama “Voy a dormir”:
Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
ponme una lámpara a la cabecera;
una constelación; la que te guste;
todas son buenas; bájala un poquito.
Déjame sola: oyes romper los brotes...
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases
para que olvides... Gracias. Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido...
Este poema y el titulado “Yo en el fondo del
mar”, seguramente sirvieron de inspiración a Félix Luna para componer
“Alfonsina y el mar”. Se transcribe el penúltimo y se le pide al lector
realizar un paralelismo literario entre los poemas anteriores y la canción para
que descubra una deliberada relación:
En el fondo del mar
hay una casa de cristal.
A una avenida
de madréporas
da.
Un gran pez de oro,
a las cinco,
me viene a saludar.
Me trae
un rojo ramo
de flores de coral.
Duermo en una cama
un poco más azul
que el mar.
Un pulpo
me hace guiños
a través del cristal.
En el bosque verde
que me circunda
—din don... din dan—
se balancean y cantan
las sirenas
de nácar verdemar.
Y sobre mi cabeza
arden, en el crepúsculo,
las erizadas puntas del mar.
Hacia la una de la madrugada del martes
veinticinco de Octubre de 1938, Alfonsina abandonó su habitación y se dirigió
al mar. Esa mañana, dos obreros descubrieron el cadáver en la playa. Aunque los
biógrafos aseguran que saltó al agua desde una escollera, la leyenda dice que
se internó lentamente en el mar.
Fue
sepultada en el Cementerio de la Chacarita y actualmente se erige un monumento
en la costa de Mar del Plata que la recuerda.
El 21 de noviembre de 1938, el Senado de la
Nación rindió homenaje a la poeta en las palabras del senador socialista
Alfredo Palacios. Este dijo:
«Nuestro progreso material asombra a propios y
extraños. Hemos construido urbes inmensas. Centenares de millones de cabezas de
ganado pacen en la inmensurable planicie argentina, la más fecunda de la
tierra; pero frecuentemente subordinamos los valores del espíritu a los valores
utilitarios y no hemos conseguido, con toda nuestra riqueza, crear una
atmósfera propicia donde puede prosperar esa planta delicada que es un poeta».
Actualmente, una calle del barrio porteño de
Saavedra lleva su nombre.
ALFONSINA Y EL MAR
Letra: Félix Luna
Música: Ariel Ramírez
Por la blanda arena que lame el mar
su pequeña huella no vuelve más
Un sendero sólo de pena y silencio
llegó hasta el agua profunda
Un sendero sólo de penas mudas
llegó hasta la espuma
Sabe Dios qué angustia te acompañó
qué dolores viejos calló tu voz
Para recostarte arrullada
en el canto de las caracolas marinas
La canción que canta en el fondo
oscuro del mar la caracola
Te vas Alfonsina con tu soledad
¿qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua de viento y de sal
te requiebra el alma y la está llevando
Y te vas hacia allá como en sueños
dormida, Alfonsina, vestida de mar
Cinco sirenitas te llevarán
por caminos de algas y de coral
Y fosforescentes caballos marinos
harán una ronda a tu lado
Y los habitantes del agua van a jugar
pronto a tu lado
Bájame la lámpara un poco más
déjame que duerma, nodriza, en paz
Y si llama él, no le digas que estoy
dile que Alfonsina no vuelve
y si llama él, no le digas nunca que estoy
Di que me he ido
Te vas Alfonsina con tu soledad
¿qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua de viento y de sal
te requiebra el alma y la está llevando
Y te vas hacia allá como en sueños
dormida, Alfonsina, vestida de mar.